No me abandonen


Dedicado a mis tres hijos mayores, Jorge, Jaime y Jossyta,
con mi infinito amor.


Se que he sido el arquitecto de mi propio destino
y que no puedo culpar a nadie por haber elegido mi camino
tomé una áspera ruta, llena de rocas y espinos
y no escuché a mi madre, cuando dijo, no abandones aún el nido.

Quise vivir de prisa, ser madre, tener muchos niños
y hoy en mi recuento, se que recibí el mejor de los cariños
de mis pequeñitos adorados, a quienes llené de mimos,
gocé tanto los instantes en que los sentí tan míos.

No se si logré ser buena, aunque viví por ellos
los amé profundamente y los cobijé del frío
estando juntos o separados, en mi alma estaban conmigo.
Crecieron tan rápido, que un día al extender mis alas
para darles cobijo, ya se habían marchado y me quedó el vacío.

Entonces el águila que habitaba en mi y me hacía poderosa
lloró debilitada y cargó la pena, que sin piedad la acosa.
El dolor casi siempre es soledad, es ver que el sol desaparece,
te inunda el hielo y te encoge sin compasión, la tempestad.

Los años enseñan y te muestran los errores
que sin querer, ni pensarlo, dejaron rencores.
Es entonces cuando me afano... ya no en que me perdonen...
solo que me permitan verlos... no me abandonen...

Más si eso no ocurriera y a mis brazos no llegaran,
no duerman los recuerdos, que nadie se los borre.
Vivimos algo mágico, de risas y canciones
Dios celebró nuestros cantos y tantas emociones !

Perpetuó también el día, de Jorge y sus primeros pasos
cuando afirmadito de sus pantalones, caminó hasta mis brazos,
de mi Jaime travieso, pegado al refrigerador
cuando puso su boquita, porque tenía calor.

Y Jossyta... su amor y el mío estuvo en indestructible unión,
no aceptaba que nadie la cargara, éramos un solo corazón.
Que pena que esos instantes queden envueltos en bruma,
que pena que no se aclaren y que quede la duda.

Cuantas veces me siento a revivir aquella etapa,
cada año era nuevo, crecían y del mundo se adueñaban...
crecían y cada vez menos, me necesitaban...
crecieron... y siento demasiadas veces...
que ya no tengo nada...

Es allí cuando llora el águila desesperada
llora cuando duerme y abrazando la almohada..
llora desconsoladamente, vive y muere
en cada despertar, una y otra vez...
Dormida suplica y reza hasta el amanecer...
Dios mío, haz que los vuelva a ver...

Matty Canales
Santiago - Chile - 05/09/2007


 

 
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