La mujer dormida




Perdóname, angustiado le decía...
nunca quise herirte, eres para mi lo más amado,
te amo con la misma intensidad del primer día,
quiero envejecer en tus brazos,
quiero estar siempre a tu lado.

Si algún daño te he causado
fue por inconsciencia, inmadurez, rebeldía
se que fui egoísta, debí haberlo pensado
dime que no es tarde... todavía.

Podemos ser felices, la lección está aprendida
no volveré a fallarte, vida mía,
ya no quiero la fruta prohibida
si eso significa, sumirte en agonía.

No te duermas, escucha mi arrepentimiento
soy sincero, de rodillas te imploro...
te hice llorar y de veras lo siento
abre los ojos y mira en los míos, cuanto te adoro!

Se que anhelabas que lo dijera
y te lo digo... porque es mi reconocimiento,
valoro tu amor valiente, que supo amar en la espera,
y que nunca me engañó, ni con el pensamiento.

Y asi siguió por horas, rogando en un monólogo eterno
ella... la que lo amó, días y noches, en soledad
la que por no perderlo, soportó el mismísimo infierno,
inmóvil, pálida y fría, nunca más le pertenecería...
se fue de la tierra al cielo, de aqui a la eternidad...

Y el hombre que fue de piedra, quedó paralizado
sin convencerse de que estaba muerta,
lloró como ella antes lo hiciera, atormentado,
arrepentido... y caminó como un robot, hasta la puerta.

Matty Canales
Santiago - Chile


 

 
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