Al Pie de La Virgen


I
Cuando tus viriles ojos,
se encontraron con los míos,
un silencio largo y frío
se estrechó entre cuatro ojos.

II
-¡Yo no hablaré! -me propuse
A él por ley le corresponde.
Y ante la Virgen los dos,
quedamos mirándonos
Por largo tiempo y sin nombre.

III
Recuerdo que entonces tú,
pusiste rostro sonriente.
Levantando levemente
tu quieta mano hasta entonces

¡Saludándome cual hombre…
Que lo invade la corriente!


Ana María Zacagnino
Derechos registrados
Mis Versos

Buenos Aires - Argentina



 

 
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