El fin de quien practica el mal


Los ojos denunciaban desprecio.
El espíritu maligno tomó cuenta de su corazón.
Destruyó puentes, creó dificultades.
Alteró los carteles señalizadores de las carreteras.
Esparció información equivocada.
Difundió calumnias.
Su semejante se perdió, se desesperó,
el infortunio le golpeó la puerta.
Se acordó: "¡Mayor es Aquel que está en el cielo!"
Lloró, se postró delante de Dios.
¡Recibió una grandiosa bendición!
Recuperó todo en doble.
¡El enemigo fue avergonzado por el poder del Altísimo!
El envidioso peleó pero fue él quien cayó.
Fue lanzado hacia el desierto:
soledad y vacío le invadieron el alma.
Los amigos se alejaron de él.
¿Qué recompensa hay en practicar el mal?


Rosimeire Leal da Motta
Vila Velha - ES - Brasil


Banner exclusivo do Site www.crlemberg.com.br
 

 
Anterior Siguiente Español Menú Principal